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INDUMENTARIA: TIPOS Y TRAJES EN LA CANTABRIA
DE LOS SIGLOS XVI AL XIX

“SANTANDER” J. HOEFNAGEL - G. BRAUN - F. HOGENBERG (COLONIA, 1572)

A partir de la segunda mitad del siglo XVI, la producción de libros de trajes adquiere gran relevancia en toda Europa. Las estampas que se citan a continuación tienen la particularidad de ser afines, en muchos casos, a una parte de la cornisa cantábrica, que comprendía Vizcaya, Santander y parte del oriente asturiano, produciéndose entre ellas una evidente interrelación, que se va reflejando en las obras que se publican durante este siglo.

La obra Recueil de la diversité des habits qui sont de présent en usage… de François Deserps (París, 1562), primer libro de trajes impreso, es reeditada en Amberes en 1572 por Ioanni Bellero, bajo el título Omnium fere gentium nostraeq aetatis nationum habitus & effigies y recoge dos xilografías, un “Cantaber” y una “Cantabra Mulier”, ambas con el texto inferior en latín. Estas imágenes se presentan como vizcaínos en sus primeras ediciones. En Omnium fere gentium nostrae aetatis habitus, nunquam ante ac aediti de Ferdinando Bertelli (Venecia, 1563), aparecen dos imágenes, “Gentil Homo de Montagna” y “La Vechia de S.Ander”, y otras estampas de cántabros que bien pudieran ser afines a esa parte del Cantábrico a la que hacíamos mención. Jost Amann y Hans Weigel (Nuremberg, 1577) publican Habitus praecipuorum tam virorum quan foeminarum…, que contiene doscientas diecinueve xilografías, doce de las cuales representan a personajes españoles, algunas de ellas bajo el epígrafe, “Piscaiensis”, “Cantabrica”, “Cantaber” o “Cantabra”, lo que refleja que son habitantes de la cornisa cantábrica. En Roma en 1585, ve la luz la obra Dei veri ritrati degl’ habiti di tutte le parti del mondo de Bartolomeo Grassi, posiblemente continuación de la anteriormente publicada, Recueil de costumes étrangers faisant le 3º volume de la collection recueille de J. J. Boissard de 1581. La estampa número 26 de la obra de Grassi representa un grupo de cuatro figuras femeninas, dos de ellas “Spagnuole di Santander”. Pietro Bertelli publica en Padua, en 1596, Diversarum nationum habitus, cuya estampa número 33 corresponde a una “Cantabra Plebea”.

No se debe obviar la vista de Santander contenida en De praecipuis totius universi urbibus. Liber secundus, el Civitates Orbis Terrarum de Braun-Hogenberg (Colonia, 1572), que en primer término muestra un grupo de tres figuras que representan una casada, una doncella rapada y una viuda con el tocado antiguo, del dibujante Joris Hoefnagel.

Pero quizás, el trabajo más importante de todas las publicaciones llevadas a cabo en este periodo es Degli habiti antichio et moderni di diverse parti del mondo de Cesare Vecellio (Venecia, 1590), cuya primera edición está compuesta de cuatrocientas veinte estampas xilográficas impresas en el taller de Damian Zenaro y grabadas por Christoforo Guerra. Esta obra se reedita posteriormente en Venecia en la imprenta de Bernardo Sessa y ya, en 1664, en la misma ciudad, se realiza una tercera edición bajo el título Habiti antichi overo racolta di figure delineate dal gran Titiano e Cesare Vecellio. En la edición de 1598, al pie de las láminas 262, 264 y 265, se lee “Mulier santandana in Cantabria”, “Cantabriae mulieris habitus” y “Cantabra mulier ignobilis”.

La importancia de la obra de Vecellio se pone de manifiesto en la edición realizada por la Calcografía Nacional de Madrid en 1794. Se publica en dos volúmenes en cuadernos de ocho trajes cada uno, conteniendo únicamente imágenes de Italia y España grabadas al cobre por José Camarón. El primer volumen –Colección de trages que usaron todas las

naciones conocidas hasta el siglo XVI Diseñados por el Gran Ticiano Vecellio y por César, su hermano. Nuevamente grabados con la mayor exactitud– contiene doscientos veintisiete grabados, todos ellos de personajes italianos.El segundo –Tomo II de los trajes del Ticiano de todas las naciones conocidas asta el siglo XVI. Aumentadas con varios mui importantes que no trae este autor– presenta cuarenta y ocho imágenes referidas a España, de las cuales, las láminas 14 y 16 corresponden a personajes cántabros.

La obra de Vecellio es nuevamente publicada, en esta ocasión en París en 1859 por Ambroise Firmin Didot, bajo el nombre Costumes anciens et modernes. Habiti antichi et moderni di tutto il mondo di Cesare Vecellio. En esta edición de dos volúmenes, el primero con doscientas treinta y cuatro imágenes y el segundo con doscientas setenta y nueve, los textos descriptivos de las estampas, grabadas a la testa por E. F. Huyot a partir de los dibujos de Seguin, Catenacci y Feldman, se redactan en francés e italiano: “Femme de Santander de Biscaye” y “Donna di Santandos di Biscaglia”.

El siglo XVII en Europa no es prolífico en la publicación de libros de trajes y no es hasta la segunda mitad del XVIII cuando, de nuevo, reaparecen publicaciones de este tipo, también en España. Las estampas de trajes sobre Cantabria tienen casi siempre como referente la indumentaria utilizada por los habitantes de La Vega de Pas. La imagen del pañero o de la pasiega portando el cuévano es común en casi todos los grabados de la colección de los siglos XVIII y XIX , y así es como son representados los naturales de la Montaña por los artistas españoles y extranjeros que intervienen en la ejecución de las estampas.

A partir de la obra Colección de trages de España de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla (Madrid, 1777), cuya lámina número 8 representa a una “Pasiega” ó “Paysanne des montagnes de Burgos” –en posteriores publicaciones ya no aparece el nombre de montañas de Burgos que es sustituido por montañas de Santander–, la mayoría de las estampas tienen por denominador común a los pasiegos, con las modificaciones que el dibujante pudiera incorporar en la imagen.

En París, en 1786, el editor Devere publica de forma facticia la obra de Juan de la Cruz y sucesivamente van apareciendo libros de trajes, cuyas estampas están firmadas, en algunos casos, por reputados artistas de la época: Rodríguez-Martí-Vázquez (Madrid, 1801); Chasselat-Coüt (París); Havell (Londres, ca. 1829); White-Pigal-Langlumé (París, 1825); Ribelles y Helip-Carrafa (Madrid, 1836); Alenza-Castilla (Madrid, 1839); Sinuett (París, ca. 1840); Blanchard-Dollet (París, 1842); Madrazo-Ortega (Madrid, 1844); Severini (Madrid, 1851); Ortega-Cibera (Madrid, 1851); o Saumell (Barcelona, 1891), entre otros.

Una carta autógrafa de José María de Pereda es el prólogo del álbum La Montaña, editado por la imprenta Sucesores de Rivadeneyra en Madrid en 1889, que contiene treinta y dos dibujos realizados por Victoriano Polanco y Fernando Pérez del Camino, que fueron llevados a la piedra litográfica por Enrique Laporta Valor. Pereda nos habla de “escenas campestres y costeñas, curas, pedagogos, motilones y pardillos… lo más sabroso y llamativo de la tierruca…”. Nadie como Polanco ha sabido reflejar con tanta gracia y acierto todo ese paisanaje de la vida rural montañesa, además de la gente de mar. El contenido de esta obra es el mayor referente que pudiera aplicarse a lo que entendemos como tipos populares o tradicionales de Cantabria.